Hoy es un día importante para Labienhecha. Hoy cerramos la puerta de nuestra casa, de nuestro hogar. Aquel donde nace y donde se hace un proyecto, como si de tu propia vida se tratara.
Y yo me pregunto: ¿Cómo se puede amar tanto un lugar?
La verdad es que no puedo evitar escribir esto con alguna lagrimita en el ojo. ¡Si estas paredes hablaran y me recordasen cada momento, seguro rompería a llorar y a reír al mismo tiempo!
En Labienhecha de El Palo han pasado tantas cosas que no sabría ni por dónde empezar. Desde el día cero hasta hoy todo ha sido una montaña rusa de emociones (y de las fuertes). Aquí se queda mucho. Aquí se queda todo lo que somos hasta hoy. Y nos vamos a llevar de aquí lo bueno y mejor.
Nunca olvidaremos esos rayitos de sol que nos entraban por la ventana, ese cuartito de locura, esos montones de retales, esos hilos por el suelo de culetazo asegurado, esos viernes de flamenco (y de pollo asado), los cumples improvisados, las carreras arriba y abajo, los tetris de cargas y descargas, las noches largas, el momento “han llegado los rollos” y los veranos de calorcito. Pero, sin duda, lo que nos llevamos de esta casa son las risas infinitas, millones de horas de trabajo del bueno, otras miles de experiencias y un equipo de bienhechas que es para quitarse el sombrero. Nos llevamos un proyecto que se ha convertido en una forma de vida.
Y, como en la vida misma, a veces es necesario tomar decisiones de las que te quitan el sueño. ¿Quién nos iba a decir que iba a llegar este momento?
Para nosotras, lo que llevamos de año ha sido muy fuerte a nivel emocional y en lo que respecta a toma de decisiones. Ha sido una detrás de otra, a cada cual más fuerte. Y, probablemente, la decisión de irnos de nuestra casa ha sido una de las más complicadas en el último tiempo.
Nadie esperaba tampoco vivir una pandemia mundial. Obvio. Y eso nos ha hecho recular en muchas cosas y cargarnos de valentía para otras. Hemos tenido que pensar mucho, que hacer mil números, que trabajar el doble de horas y, sobre todo, era necesario encontrar soluciones a todo esto que nos rodea y nos afecta, especialmente, a los más pequeños.
Era necesario priorizar. Era necesario hacer todo lo posible para salvar nuestro proyecto. Para seguir creando. Para evolucionar.
Es entonces cuando encuentro la respuesta: sí, se puede amar muchísimo un lugar. Pero se puede amar, más aún, un proyecto. Y, cuando se ama de verdad, uno hace lo que tenga que hacer para alcanzar el bienestar, para dar amor y para resistir a las tormentas.
Para nosotras es muy difícil cerrar esta puerta. Como diría nuestra Tania: “nos da dolor de irnos”. O, en palabras de nuestra Cris: “Labienhecha de El Palo nos duele porque no conocemos otro sitio, porque todas hemos empezado aquí”.
Nos sentimos como cuando dejas esa casa de toda la vida. Y en cada caja que hemos empaquetado estos días, la duda de saber si estamos (o no) haciendo bien.
Menos mal que entonces llega nuestra Marta, la que sujeta siempre fuerte este proyecto y trae su positividad aliviando cada duda con un “lo hacemos por Labienhecha. Todo va a ir bien”.
Y, es así siempre, porque aquí nadie en el equipo duda por hacer lo que haga falta para que todo sea más fácil y mejor para Labienhecha.
Entonces yo, pensando en ese amor que todas sentimos por esto que hacemos, miro firme al frente. Y viendo el esfuerzo que queda por delante para salir de este bache, siento la total esperanza de que lo mejor está por venir. De que todo nuestro trabajo, nuestras ganas, nuestra ilusión y nuestra unión nos hará más fuertes.
Labienhecha tiene que seguir adelante. Con doble de amor y de empeño. Y con el mejor equipo del mundo.
Lo importante a veces no es ni dónde ni cuándo. Ahora lo importante para nosotras es qué, cómo y con quién.
El Palo siempre será nuestra casa, la de nacimiento, la de verdad. Y hoy cerramos esta puerta para abrir la de una nueva etapa en la que seguiremos siendo las mismas, seguiremos mejorando cada día, seguiremos ilusionadísimas con lo que Labienhecha nos va regalando y en la que seguiremos apostando fuerte por este proyecto.
De todo lo malo que todos hemos sufrido este tiempo por esta maldita pandemia, hemos conseguido sacar muchas cosas buenas.
Esta es una de ellas.
Desde hoy nuestro taller en Calle Villafuerte 26 estará cerrado. Nos mudamos a Calle Eslovenia 14. Muy pronto actualizaremos la info.
Aprovechamos también para daros las gracias por tanto. Nos habéis mostrado empatía, comprensión, paciencia y mucho amor en estas últimas semanas.
Que sepáis que en esta decisión, os hemos tenido a todos en mente. Queremos daros lo mejor. Queremos mejorar en muchas cosas. Y lo vamos a hacer.
Gracias, de corazón, a todos.
Notas importantes:
Hemos trabajado durísimo para dejar todos los pedidos preparados y por fin nos hemos puesto al día con todo en esta nueva normalidad. Los pedidos realizados durante el fin de semana o los que hagáis lunes y martes, serán enviados a partir del miércoles (Os avisaremos en cada caso, de todos modos).
Muchos nos preguntáis por Labienhecha del centro. De momento no podemos levantar esa persiana. A veces las cosas son más complicadas de lo que puedan parecer. Ojalá podamos abrirla pronto. Estamos en ello, aunque no podemos asegurar nada aún. ¡Os mantenemos informados!
Me emociona leerlas, pero más me emociona ver la fuerza, el trabajo y las ganas que ponéis en este proyecto. Os han aparecido muchas piedras en el camino, hasta una pandemia😱, y ahi seguís, fuertes, luchadoras, empáticas. Un privilegio verlas crecer, por la responsabilidad y el esfuerzo que le ponéis a todo.
Os merecéis, solo cosas bonitas.
💪🍀✨🥰
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